Alejandro
VI
(Játiva, Valencia,
1 de enero
de 1431 – Roma, 18 de
agosto de 1503).
Papa nº 214 de la Iglesia católica, entre 1492 y 1503. Su nombre de
nacimiento fue Rodrigo de Borja (o Borgia en italiano).
Hijo de Jofré Gil Llançol i Escrivà y de Isabel de Borja y Llançol, hermana de
Alfonso de Borja, obispo de Valencia y futuro papa Calixto III.
Rodrigo Borja
alcanzó el poder gracias al nepotismo y lo mantendría a través de él, consiguiendo su
ascenso dentro de la estructura de la Iglesia Católica gracias a su relación
con el papa Calixto III, de quien era sobrino. Esta relación
familiar le facilitó el acceso al rango de Cardenal diácono y el desempeño de numerosos
cargos de gran importancia dentro y fuera de la Curia
Romana, que le permitieron hacerse con las influencias políticas y el
prestigio que, finalmente, le llevaron al solio pontificio en 1492.
Una vez
electo papa y como
Alejandro VI, desencadenó y se involucró en decenas de situaciones políticas,
envuelto en intrigas y en las tormentosas y traicioneras relaciones entre los
poderes internacionales, buscó a través de alianzas políticas y conspiraciones
hacer que su familia se consolidase dentro de la nobleza italiana y acrecentar
en toda posible ocasión su poderío, tarea que emprendió en conjunto con sus
hijos, Juan, César,
Lucrecia
y Jofre,
los cuales sirvieron como instrumentos de sus maquinaciones políticas.
A través de
la Guerra italiana de 1494-1498 y la Guerra de Nápoles (1501-1504) se las
ingenió para no sólo asegurar su poderío sino para acrecentarlo, valiéndose de
las rivalidades entre las potencias de la época y las tensiones políticas entre
las familias de la aristocracia europea, consiguiendo durante los 11 años que
duró su papado impulsar hasta la cima del poder en la península itálica.
Trágicamente,
las mismas intrigas y poderes que le sirvieron para llevar a la Casa de
Borgia a la cima, aseguraron su destrucción, pues todo el poder que los
Borgia habían obtenido, inclusive el éxito militar de César Borgia, giraba en
torno al Vaticano
y por ende dependía de la permanencia de Alejandro VI en el poder, por lo cual
con su muerte, la vasta red de condados, principados y territorios que los
Borgia habían puesto a sus pies, sucumbió ipso facto, sellando el
destino de César Borgia, quien moriría cinco años después en 1507 y sepultando
la era de los Borgia y su dinastía.
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