Segundo hijo natural del cardenal, de origen
valenciano, Rodrigo
Borja — futuro Papa Alejandro VI — y de Vannozza Cattanei, una
patricia romana, tuvo dos hermanos: Juan
y Jofré, y una hermana, Lucrecia.
Uno de los secretarios de
Alejandro hizo una carta
astral sobre César nada más nacer, en la que vaticinó que tendría
una vida fulgurante, de poder y gloria, pero que sería rápida y acabada en asesinato. El secretario no
se equivocó en nada.
En 1486 fue destinado, junto con
Lucrecia, bajo la tutela de Adriana de Milá, prima lejana de su padre. De ojos
castaños y pelirrojo, César fue un niño agraciado, que se convertiría en un
hombre alto, fuerte y con gran ambición, más que su padre. Fue un muchacho
atlético durante su adolescencia, capaz de romper una lanza con sus manos,
cabalgar hasta la extenuación de los caballos y alancear toros. Su padre lo
destinó a la carrera eclesiástica, como era tradicional para el «segundón» de
las familias nobles, en tanto que su hermano Juan, nombrado duque
de Gandía, ocuparía el cargo de capitán general de los ejércitos
pontificios. Cargo que César ansiaba para sí, por el poder y por la
incompetencia de su hermano en el mismo. Estudió teología y leyes en la universidad de Perugia; en Pisa, a los diecisiete años, César Borgia es
consagrado protonotario del papado y nombrado obispo de Pamplona (1491). Antes de cumplir los veinte años
ya era arzobispo de Valencia y poco después cardenal.
En 1495 fue preso por el rey
francés Carlos
VIII tras la invasión de Nápoles por parte del
francés. Consiguió huir poco después.
En 1497 su hermano Juan
apareció asesinado a orillas del río Tíber en Roma. Se especuló con que César estuviera
relacionado con esta muerte dado que era conocido sus celos y porque
frecuentemente peleaban al surgir el tema. Sin embargo en plenas investigaciones,
el papa Alejandro suspendió las mismas y se vio obligado a sustituir a Juan por
César en el cargo de capitán general del Vaticano. En 1498 abandona
la carrera eclesiástica, por la que no sentía el menor interés, siendo la
primera persona de la historia en renunciar al cardenalato, y se dedica a su
nuevo quehacer militar, que desde siempre le atrajo más. Cumplió así su deseo
de ser un hombre de acción.
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